domingo, 6 de febrero de 2011

Sobre el éxito literario

En la extravagante comunidad literaria, cuando deseamos enaltecer sinceramente a un autor, vamos y lo sepultamos. Hay que oír los panegíricos que se suscitan frente al cadáver. Un prosista muerto -no importa que haya redactado insufribles obras de tercera o de cuarta- adquiere mucho más prestigio y relevancia que un novelista vivo que haya escrito obras de mayor calidad. En otras palabras: para conseguir el respeto y la deferencia de sus lectores, el escritor -antes de atarearse buscando estilo y originalidad- tiene que pensar en cómo ha de hacer para morirse primero.

No hay comentarios:

Publicar un comentario