martes, 8 de febrero de 2011

Las estatuas y la mendicidad

Nuestro país está colmado de estatuas. Aquí y allá -en una plaza, en una glorieta, en un camellón, en un quiosco, en una bocacalle- nos cierran el paso bustos homéricos y efigies colosales. No tengo magisterio -ni dispongo de tan buena formación- para responder por qué en México producimos tal cantidad de próceres.  Una cosa es cierta: nos encontramos ante un reflorecimiento de la heroicidad.


 Ante semejante prodigio, me pregunto: ¿No sería viable que el gobierno -entre sus demasiados proyectos para abatir el desempleo- comenzara a ofrecer cursos de grabado y escultura para terminar con la indigencia y la mendicidad?

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